Tener un hijo, escribir un libro... y plantar un árbol. Este último gesto se convierte en algo simbólico para Laura cuando regresa a la vieja casona familiar. Plantar un magnolio es hacer un balance de la decisión que la alejó de su hogar y del amigo inseparable. El árbol que Laura planta para que él lo cuide dará vida a un ideal de belleza, de amistad y de amor.