Partiendo de la inexistencia de la categoría «mujer» en la historia social, la filología y las instituciones yorùbá (organizadas fundamentalmente en términos de edad y no de diferencias corporales o sexuales), Oyèrónké Oyewùmí considera que es la acción colonial la que establece la división sexual del trabajo o del poder político en las comunidades colonizadas. Habría sido la voluntad de civilizar aquellas sociedades calificadas de «salvajes», sometiéndolas a sus categorías y valores, la que habría introducido la división mujer/hombre como una diferencia social, acompañada de los preceptos y roles sociales, supuestamente universales, que la acompañan.
Derribando al tiempo el mito del buen o del mal salvaje, Oyewùmí muestra un prolongado choque entre unas sociedades yorùbá política y culturalmente complejas, con su propia historia e instituciones, y un proyecto civilizatorio decidido a modular a su imagen y semejanza a las poblaciones, los mundos y las cosmovisiones sometidas al proceso colonizador.