Pocos textos exploran la vida sentimental de una mujer con tanto detalle y franqueza como los de Anaïs Nin. En ellos se abordan abiertamente los aspectos físicos y psicológicos de una escritora que siempre buscó actuar con plena libertad e independencia.
En Incesto (1932-1934), donde aparecen por primera vez todos los fragmentos omitidos en las anteriores ediciones de la obra, destaca la decisiva transgresión que supuso el incesto con su padre, y que subyace en la mente de una mujer en apariencia tan libre de ataduras y prejuicios.