Pío Baroja ya existía en las excursiones familiares de la niña Soledad Puértolas, pero cuando lo empezó a leer y a estudiar en profundidad se fue haciendo amiga del novelista que cuidó exquisitamente a los personajes femeninos, esas mujeres melancólicas y únicas, que trazó con «un respeto esencial». Desde su primera obra editada, El Madrid de“La lucha por la vida”, hasta Lúcida melancolía han transcurrido más.