A partir del siglo XI, fueron muchas las mujeres que se unieron a los hombres para buscar una nueva vida en las fronteras de los reinos peninsulares, en las cercanías de las ciudadelas que eran a un tiempo puntos defensivos estratégicos y centros de irradiación de asentamientos coloniales en unos territorios prácticamente abandonados y asolados por la guerra. Centrándose en las mujeres castellanas que contribuyeron a consolidar esos asentamientos o a revitalizar otros núcleos de población anteriores durante los siglos XII y XIII, la autora estudia con rigor la situación de las mujeres en aquellas circunstancias históricas peculiares, su modo de vida y el contexto social, económico y jurídico que condicionaba su existencia.