El apellido Allende evoca de inmediato la figura del presidente chileno, derrocado por un golpe de estado, que además le costó la vida. Tati fue la hija revolucionaria de Allende y tras el golpe de estado huyó de Chile y se refugió en Cuba. Allí fue convertida por el aparato propagandístico de Fidel Castro en un icono de la lucha revolucionaria, una figura modelada y manipulada según los intereses del régimen comunista de la isla. Incómoda por esta situación y desolada por haber sido abandonada por su marido y padre de sus dos hijos, Tati se quitó la vida en su apartamento de La Habana, donde había llegado hacía cuatro años.