Soy descendiente de María Carolina de Nápoles, la hermana de María Antonieta; por tanto, llevo en mis venas algo de la sangre de esta. Tal vez eso explica hasta qué punto comprendo el calvario y las angustias que sufrió en las últimas horas de su vida, los mismos que aquí procuro reconstruir con la mayor fidelidad posible.
En este libro he querido retratar a la verdadera María Antonieta, mujer no tan frívola como nos la describen y cuya breve existencia, en continua pendiente hacia la desgracia, me da pesadumbre cada vez que pienso en ella. De la infancia feliz en la corte de Austria a las horas trágicas de la Revolución. Intento imaginar su examen de conciencia al pie de la guillotina y comprendo cuánta inteligencia y cuánta valentía necesitó para asumir, en aquella época extraordinaria, la prueba que el destino le había reservado.